El estrés y la angustia pueden pasarle "factura" al organismo
En su primer discurso luego de que se hiciera pública su enfermedad, la Presidenta se refirió al "estrés" que termina generando "otras cosas". ¿La sobrecarga de trabajo deriva en afecciones?
La Sra Cecilia Novoa experta en el tema opina al respecto: En su primera aparición pública tras conocerse la noticia de la intervención quirúrgica a la que deberá someterse, la propia Presidenta aludió este miércoles -durante la primera parte de su discurso- al "estrés" que termina generando "otras cosas".
"Otras cosas". Con estas dos palabras, Cristina Kirchner estaba haciendo clara referencia al "carcinoma" papilar que los médicos le diagnosticaron en el lóbulo derecho de su tiroides.
Tras conocerse la noticia, es inevitable preguntarse qué influencia pudo haber tenido la sobrecarga de trabajo en la aparición de la enfermedad.
De hecho, en otra parte de su alocución en la Casa Rosada, Cristina reconoció que hace ya un largo tiempo que no toma día alguno de descanso.
"Una sola persona no puede. Aún cuando trabaje las 24 horas y ponga su salud al servicio del país no alcanza", alertó la mandataria, reconociendo su dedicación full-time al trabajo.
Según coinciden los especialistas, en el caso de quienes ocupan puestos de alta responsabilidad -ya sea en la gestión pública o privada- las largas jornadas laborales, la mala alimentación, los viajes, las negociaciones, las presiones y las preocupaciones constantes pueden derivar en cuadros de estrés que, muchas veces, desencadena en enfermedades físicas.
Sin embargo, más allá del agotamiento y de la sobrecarga laboral, en el caso particular de la Presidenta la situación más difícil que le tocó atravesar fue la pérdida de su esposo, Néstor Kirchner, en octubre de 2010.
Y en pleno proceso de duelo, apenas transcurridos un año y dos meses de su fallecimiento -y a casi 20 días de haber asumido su segundo mandato- la vida vuelve a poner a prueba a la mandataria, con la operación que deberá afrontar el próximo 4 de enero.
Según explica Ernesto Gil Deza, médico oncólogo y director de Investigación del Instituto Henry Moore, la relación entre el estrés y el cáncer es muy compleja de estudiar. Porque la mayoría de los pacientes con esta última enfermedad manifiestan haber atravesado situaciones de extrema tensión o haber sufrido una pérdida muy importante en sus vidas.
"Si bien desde el siglo pasado que se viene investigando la relación entre el cáncer, el estrés y el fallecimiento de un ser querido, todavía no se han logrado resultados que sean incontrovertibles", aclara Gil Deza.
No obstante, su "sensación" como médico es que, en el caso puntual de la Presidenta, la aparición del tumor está relacionada con la pérdida que sufrió.
"Ella está atravesando sus primeros años de viudez. Emocionalmente ha tenido un golpe muy importante", destaca el oncólogo.
Y añade: "Cuando se encuentra un tumor, puede tener cinco, diez o veinte años adentro del organismo sin que se manifieste. El estrés parece estar más relacionado con elementos que lo hacen crecer más que con aquellos que lo generan, lo cual a su vez está vinculado con la disminución del sistema inmune".
Además, señala Gil Deza, "ante situaciones dolorosas tienden a bajar las propias defensas."
Desde una mirada psicoanalítica, la licenciada Selene Fráncica, apunta que, ante una pérdida de un ser querido -si bien la elaboración del duelo depende de la situación y recursos simbólicos y psíquicos con los que cuente la persona- el cuerpo alguna "factura" siempre termina pasando.
"Si la situación dolorosa es de una magnitud importante y la persona no la puede elaborar simbólicamente, es decir, tramitar el dolor desde lo emocional, es probable que esto impacte en la salud física", expresa Fráncica.
Y completa: "Cuando no pasa por la palabra y no se puede tramitar lo doloroso psíquicamente, es probable que pase directamente al cuerpo. Y es así que surgen las distintas enfermedades."
En tanto, la licenciada Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), destaca que "las situaciones de pérdida, traumáticas, los duelos mal elaborados y los cuadros de estrés son factores que predisponen a una persona a enfermedades como, por ejemplo, el cáncer."
"No es la única causa pero hay una relación entre la situación orgánica con los estados muy grandes de estrés y los duelos", dice la especialista.
Cruppi apunta que si bien cada ser humano tiene una manera o modo de duelar, lo cual depende de la personalidad, "en general, una situación de pérdida se elabora en unos dos años."
De acuerdo a la integrante de APA, el duelo trae aparejado, por naturaleza, una situación de depresión.
"Si a esto se le suma un estado de estrés -continúa Cruppi- termina repercutiendo en el sistema inmunológico y puede traer aparejado una enfermedad psicosomática."
El estres pisa fuerte en el mundo corporativo
Claro que Cristina Kirchner no es la única que trabaja las "24 horas". En el mundo empresario, existen cada vez más casos de ejecutivos que, movidos por el deseo de ascender y superar objetivos, extienden sus jornadas laborales y terminan pasando más tiempo en sus oficinas que en sus propios hogares.
Trabajar, ser exitoso, cumplir metas, avanzar y obtener mejores retribuciones económicas son hoy fines esperables y necesarios para la mayoría de ellos. Pero a veces se convierten en obligaciones autoimpuestas y excesivas que, incluso para algunas personas, se convierten en una adicción por lo que el aspecto laboral pasa a ser prioritario en sus vidas.
No es casualidad que diversos estudios mundiales hayan comprobado que trabajar más de 12 horas al día -como seguramente sea el caso de la Presidenta y de muchos profesionales- aumenta casi en un 40% la posibilidad de padecer alguna enfermedad.
A estos perfiles, que no pueden autoimponerse límites y para los que la adicción al trabajo se hace difícil de manejar, se los denomina "workaholics", una tendencia moderna y absolutamente perjudicial para las personas.
Consultado al respecto, Eduardo Press, director de la Escuela de Psicología Organizacional, define a un adicto al trabajo como aquél que no puede dejar de estar conectado con las tareas que tiene que hacer.
Para Cruppi, en tanto, la adicción al trabajo también es "un modo de rellenar los sentidos frente al dolor y a las terribles angustias que algunas personas padecen, como un intento de llenar un vacío existencial".
Quizá el paralelismo entre la pérdida que sufrió la Presidenta y su sobrecarga laboral no sea pura coincidencia
Fuente: iprofecional.com